El viernes 26 de mayo tuvo lugar en nuestro Museo la conferencia “Alimentos engañosos en el supermercado: ¿Sabemos lo que comemos?” a cargo de Mario Sánchez Rosagro, tecnólogo alimentario, divulgador científico y colaborador en espacios de radio y televisión, así como autor de la web Sefifood. La charla, que resultó muy interesante, amena y útil, se inscribe en el ciclo de conferencias “Murcia divulga en el Museo”, organizado por la Asociación de Divulgación Científica de la Región de Murcia (ADCMurcia) en colaboración con el Museo de la Ciencia y el Agua.
Seguro que alguna vez te has preguntado qué hay tras las etiquetas “artesano”, “casero” o “natural” de algunos envases del supermercado. ¿Son alimentos tan saludables como aparentan o responden a estrategias de marketing? De los reclamos habituales que usan los etiquetados alimentarios, Mario nos contó con numerosos ejemplos en cuáles se puede confiar y de cuáles hay que salir huyendo. Lo cierto, sin lugar a dudas, es que las empresas alimentarias no deberían inducir a error al consumidor.
Un caso que genera bastante controversia es el de los alimentos ecológicos. Entre sus principios generales está el respeto de los ciclos naturales, el mantenimiento del estado del suelo, el agua y el aire, la salud de las plantas y los animales, y el equilibrio entre ellos. También la conservación de elementos del paisaje natural como lugares que sean patrimonio natural, así como la utilización responsable de la energía y de recursos naturales. Todo esto es lo deseable, pero nada demuestra que sean alimentos más saludables o que contengan más nutrientes que los producidos de forma convencional. Por otra parte, está la paradoja de que algunos de estos alimentos ecológicos vienen envueltos en mucho plástico y desde la otra punto del planeta. Por tanto, ¿son tan sostenibles como dicen? Quizá lo más sensato sea apoyar el cultivo sostenible y de temporada más que el etiquetado ECO/BIO.
Mención aparte merece, dentro de esos productos, el caso de los huevos ecológicos. Aquí habría que tener en cuenta el sistema de producción y el bienestar animal, indicados por el primer dígito del código de trazabilidad que llevan los huevos vendidos para el consumo humano. Ese código está marcado en la cáscara e indica el origen exacto de los huevos. El cero significa que son huevos procedentes de gallinas ecológicas que proceden de granjas certificadas. Son gallinas con acceso al aire libre y más espacio para moverse. El envase portaría el sello ecológico.
La trazabilidad, definida en el Reglamento 178/2002 del Parlamento Europeo como la posibilidad de encontrar y seguir el rastro, a través de todas las etapas de producción, transformación y distribución, de un alimento, un pienso o un ingrediente, reviste una importancia decisiva para la protección de los consumidores. Consiste en la identificación unívoca de cada lote de forma que quede garantizada su procedencia, y permite que los consumidores reciban información específica y exacta sobre los productos en cuestión. Además, también se identifican elementos tóxicos, posibles alérgenos o cualquier ingrediente perjudicial para la salud con el fin de que no acaben llegando a los consumidores. Por tanto, la legislación de la UE establece la trazabilidad de la cadena alimentaria, fundamental para garantizar que los alimentos que consumimos sean seguros.
Fuentes: Mario Sánchez Rosagro y Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición.
María Victoria Ruiz Cartagena, técnico del Museo de la Ciencia y el Agua de Murcia
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