El 15 de noviembre de 2015 la Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó el 11 de febrero Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia con el objetivo de sensibilizar a la opinión pública sobre el lugar que ocupa la mujer en la ciencia y propiciar el progreso de las mujeres en los ámbitos científicos y tecnológicos.
El Museo de la Ciencia y el Agua se sumó a esta iniciativa en el año 2017 organizando actividades de difusión y concienciación para dar protagonismo a la intervención de la mujer en la ciencia y la tecnología.
La charla que presento el viernes 7 de febrero es un homenaje a algunas de las mujeres que han destacado en su papel como viajeras —vinculando la charla a las actividades que hemos programado en torno a la exposición «Julio Verne. Los límitesde la imaginación», que puede verse en la sala de exposiciones temporales del Museo.
La mayoría de las mujeres que he elegido han sufrido discriminación y olvido, algunas durante siglos, por lo que es fundamental recordar sus nombres y resaltar sus hazañas.
Ese es uno de los fines del programa, visibilizar el papel de la mujer en la ciencia, a fin de que las más jóvenes encuentren referencias y se favorezca la igualdad de género en los ámbitos científicos y tecnológicos.
En la charla hablaremos de mujeres como Egeria que en el año 384 inicia un viaje que le llevó por tres continentes. Se la considera como la primera gran viajera, y además ¡era española! El conjunto de cartas que escribió, Itinerarium Egeriae, es uno de los antecedentes de la literatura de viajes. Egeria nos muestra cómo en la antigüedad pudo romper con los roles de género.
Hablaremos de Jeanne Baret, botánica francesa que en el siglo XVIII fue la primera mujer en circunnavegar el mundo, disfrazada de hombre. Auténtica heroína que junto al botánico Philibert Commerson recogió más de 6000 muestras de especies vegetales de diferentes lugares del planeta.
Ida Pfeiffer, que llegó a dar dos veces la vuelta al mundo a mediados del siglo XIX. Sus viajes los inicia con cuarenta y cinco años. Liberada de «cargas» familiares, realiza un periplo que duró 17 año y del que conservamos no solo los relatos sobre sus viajes en varias publicaciones, sino también sus colecciones científicas recogidas en museos de Ciencias Naturales como los de Viena u Oxford,
Isabella Bird, naturalista inglesa también del siglo XIX, en cuyos libros plasma su fascinación por las regiones que visitaba, constituyendo un retrato humano de gran valor etnográfico, sin omitir sus opiniones sobre el alcance del poder británico sobre sus colonias.
Mary Kingsley, que en mitad del siglo XIX nos descubre lo que hoy llamamos turismo de aventura. El rafting, el trekking o la escalada, pero sin «equipo», y no con el afán de divertirse, sino por el contrario con la idea de conocer las costumbres de diversos pueblos del África Occidental. Sus análisis etnográfico, no muy acordes con la mentalidad de su época, nos ilustran sobre las costumbres de pueblos de las remotas regiones que visitó.
Nelly Bly y Elizabeth Bisland, que emprendieron la aventura de dar la vuelta al mundo rompiendo el récord del protagonista de la novela de Julio Verne, Phileas Fogg, en La vuelta al mundo en 80 días.
En los inicios del siglo XX, Lady Hay Drummond formó parte del Graf Zeppelin LZ 127, la primera nave que circunnavegó el planeta por aire.
Germaine Tillion, etnóloga, ejemplo de mujer brillante no solo en el ámbito científico sino en su actitud ética con las personas más desfavorecidas.
Finalmente dedicaron una mención a la participación de la mujer en la exploración espacial y en la lucha contra el cambio climático, ámbito en el que es fundamental la incorporación y el liderazgo de la mujer.
Maribel Parra Lledó, directora del Museo de la Ciencia y el Agua.