El 23 de marzo, Día Meteorológico Mundial, estrenamos de manera virtual la exposición «Nubes», basada en fotografías de Rubén del Campo y José María Serna. Nuestra idea fue poner de relieve las aportaciones de los servicios metereológicos e hidrológicos nacionales a la seguridad y bienestar de la sociedad. Además, con esta exposición nos adentramos en el conocimiento de los distintos tipos de nubes y de otros fenómenos meteorológicos, muy presentes en nuestras vidas pero a la vez desconocidos.
En colaboración con la Agencia Estatal de Meteorología, se reunieron una serie de imágenes de gran impacto visual y que además servían para explicar distintos tipos de nubes. Entrevistamos a los autores de esas fotografías, Rubén del Campoy José María Serna, que nos responden desde Madrid y Murcia, respectivamente.
¿Desde cuándo tenéis afición por la fotografía de nubes?
Rubén del Campo: «La verdad es que la fotografía es un mundillo que siempre me ha interesado, al igual que la meteorología. Desde muy pequeñito me ha gustado observar los distintos fenómenos atmosféricos. Fue sobre todo a partir de la llegada de las cámaras digitales cuando empecé a realizar fotos a las nubes, especialmente a partir del año 2007, en el que tuve que “empollarme» toda la nomenclatura nubosa para acceder al Cuerpo de Observadores de Meteorología del Estado por oposición. Mi primer destino, el Observatorio de Izaña en Tenerife, cerca del Teide, era un mirador fabuloso, y allí se incrementó notablemente mi colección»
José María Serna: «Mi afición por las nubes y por la meteorología en general hunde raíces hace mucho tiempo; puede decirse que desde mi juventud. Hay que tener en cuenta que ando por los 60 años. Pero tomó cuerpo durante mis estudios de geografía y con las asignaturas de climatología.
¿Cuándo y cómo decides que es momento de “caza” de nubes?
R.d.C.: «Normalmente suelo estar pendiente de la predicción meteorológica, y si veo que el día va a ser propicio para realizar fotografías (por ejemplo, si hay inestabilidad y posibilidad de tormentas o si es posible que se formen nubes lenticulares), intento reservar un hueco para hacer fotos a lo largo del día. Las tareas y obligaciones del día a día no siempre lo permiten, pero se intenta. Otro “truco” que tengo es observar el cielo por la mañana: si se ven unas determinadas nubes con forma de almenas de castillo, que tienen el gráfico nombre de Altocumulus castellanus, es señal de que hay inestabilidad atmosférica y, por lo tanto, podría haber tormentas por la tarde.
J.M.S.: «Antes que nada decir que formo parte del grupo Meteochat Sureste desde sus inicios (2009-2010). En este foro se intercambia información fluida y analizada a nivel de meteo-aficionados, aunque hayan profesionales también en él. De aquí obtengo la información necesaria de la situación por venir, sea tormenta, avance nubosidad frontal, nieblas, etc. Es entonces cuando decido desplazarme al lugar y allí captar con mi cámara ese momento».
¿Cuáles son tus lugares favoritos para conseguir las imágenes y por qué?
R.d.C.: «Vivo en Madrid, una gran ciudad, y los edificios altos siempre “molestan” a la hora de hacer fotos del cielo. Afortunadamente, tengo buenas vistas desde mi balcón y la azotea del edificio donde vivo, y puedo ir andando a parques situados en zonas algo más altas que el resto de la ciudad, desde donde puedo captar casi todo el cielo y las vistas son estupendas».
J.M.S.: «Me distribuyo por todo el sureste (provincias de Murcia, Almería, Albacete, Alicante, Granada y Jaén) pues en mí priman sobre todos los conceptos, el hecho geográfico del sureste. Esas provincias tienen características comunes pero también específicas que añaden un alto contraste dentro del territorio. No obstante por cercanía tengo un amplio repertorio en los llamados «mares de nubes», que se adosan bajo las cimas de nuestras sierras de altitud superior a 1.000 metros. Tengo capturas varias en Rictoe, Sierra de la Pila o Sierra Espuña.
¿Hay mucha diferencia en fotografiar nubes en el campo o en la ciudad?
R.d.C.: «Sí, por lo que he comentado anteriormente: en general, las ciudades constan de elementos arquitectónicos que solo permiten una observación parcial del cielo, mientras que en el campo la visión es más completa. Además, la menor contaminación proporciona unos cielos más puros. De todas formas, si se tiene la oportunidad de tomar las imágenes desde puntos elevados, el “skyline” de la ciudad, o el hecho de que se vean determinados edificios singulares o emblemáticos, puede incluso realzar la belleza de la imagen».
J.M.S.: «Obviamente sí; mejor en el campo, aunque introducir en la composición nube-paisaje un panorama urbano es una buena idea».
¿Crees que van a cambiar tus hábitos en la “nueva normalidad”?
R.d.C.: «En cuanto a la vida en general, espero que se implemente definitivamente el teletrabajo. Durante la terrible crisis del coronavirus, una de las enseñanzas que hemos tenido es que el trabajo a distancia es posible, y una vez superada la excepcionalidad, sería deseable que se generalizara, pues permite la conciliación de la vida profesional y personal y favorece un descenso de la contaminación y de la huella de carbono al reducirse los desplazamientos. En cuanto a la fotografía de nubes, tal vez esa mayor conciliación me permita también estar más pendiente del cielo».
J.M.S.: «Espero que no, aunque todavía estamos adaptándonos. Hubo un periodo de “agitación meteo” durante los meses de marzo y abril, que el confinamiento me impidió captar, y lo lamento aún».
¿Qué otros fotógrafos de nubes nos recomendarías?
R.d.C.: «Hay fotógrafos de nubes excepcionalmente buenos en España. Imanol Zuaznabar, Alberto Lunas, Roberto Ocáriz, José Calvo, José Luis Escudero, David Mancebo, José Antonio Quirantes o José Antonio Gallego son algunos de los referentes para mí. Pero como digo, hay muchos aficionados a la meteorología más que van cámara en ristre a la “busca y captura” de tormentas y otros fenómenos atmosféricos, y lo hacen magistralmente. Que me disculpen si me he olvidado de alguno».
J.M.S.: «Hay varios, y algunos con capturas increíbles, pero añadiría que en Javier Martínez de Orueta he comprobado un extra de pasión por vivir ese mundo. Su reciente libro sobre el tema, titulado «Diario de un nefelibata», que compone e ilustra el mundo de las nubes, es una maravilla».